De cisnes negros y cisnes blancos

La crisis financiera de 2008 nos asomó a un nuevo entendimiento de los modelos económicos, que no fueron capaces de predecir su tamaño y devastadores efectos. En 2007, Taleb había tomado el concepto de “rara avis in terris nigroque sililliama cygno”, los cisnes negros, que definió como hechos extremadamente atípicos, de impacto tremendo y de predictibilidad “retrospectiva”, idea que se basa en “la estructura de lo aleatorio en la realidad empírica”[1].

La crisis causada por el coronavirus SARS-CoV-2, que causa la gripe covid-19, es catastrófica, en lo que se acerca a la concepción de Thom en cuanto a transformaciones que se producen de un modo “brusco y dramático” [2]. Pero hay un atributo que no tiene y es que no es “imprevista”, por lo que no se trata de un cisne negro. Esto por cuanto, ya los científicos que estudian la zoonosis (contagio de enfermedades de los animales vertebrados a los humanos), habían alertado desde inicios de los 2000 sobre la probabilidad de una severa pandemia, a partir del estudio de otros coronavirus como el SARS, el MERS o el VIH.

El “sistema socioeconómico” estaba muy mal dispuesto para un choque físico como el que causó el nuevo coronavirus[3]. La ignorancia sobre cómo se sobrepasaron los límites físicos del crecimiento económico, lo que en términos de las finanzas se ha dado en llamar cisnes blancos[4], está poniendo a los Estados ante grandes y costosos retos, ya que tienen que evitar que la pandemia sobrepase la capacidad de respuesta de sistemas sanitarios mal preparados, al tiempo que deben enfrentar el colapso de las economías.

Autor:
Constanza Blanco Barón
Docente investigadora
Departamento de Derecho Económico

 

Referencias:

[1] Taleb, Nassim, El Cisne Negro, Barcelona, Paidós, 2008.

[2] Thom, René, Parábolas y Catástrofes. Entrevista sobre matemática, ciencia y filosofía. Milán, Metámas, 1980.

[3] Cárdenas Mauricio, et. al, “La crisis del coronavirus: ¿cómo evitar el próximo ‘cisne blanco’?”. En: diario El Tiempo, 8 de mayo de 2020, pág. 1.14.

[4] Ibíd.