Análisis Económico del Derecho
11 de diciembre de 2020
Comercialización de agua en Wall Street: Vino viejo en odres nuevos.
Recientemente, varios medios de comunicación alrededor del mundo divulgaron la noticia de que el agua iniciaría a negociarse en Wall Street. Esta noticia que tomó a muchos por sorpresa y que desató una serie de opiniones y debates sobre el valor y la gestión de este recurso, en realidad es un debate que tiene menos de novedoso de lo que propia opinión pública parece entender.
En primera instancia es preciso aclarar que lo que inició a negociarse en el mercado de valores no son compras y ventas de agua física en sentido estricto, sino que se trata de la negociación de contratos futuros vinculados al suministro de agua, y este tipo de contratos no tienen nada de nuevo.
En efecto, los mercados de futuros son aquellos en los que se transan contratos de compra y venta de un activo subyacente en una fecha específica futura a un precio previamente acordado. En este orden, los futuros son productos financieros cuyo valor varía en función del valor del activo subyacente, pero a su vez permiten cubrir el riesgo de fluctuación del precio de dicho activo. Si bien hoy día estos mercados –que funcionan formalmente en Colombia– han alcanzado un alto grado de sofisticación, su historia es cuando menos centenaria y desde sus inicios ha sido común que los activos sobre los que transan los contratos sean materias primas (commodities).
Así, hoy existe la Bolsa de Metales de Londres o London Metal Exchange – LME en la cual se transan contratos futuros sobre metales básicos como aluminio, cobre, zinc y también se transan futuros de metales preciosos como oro, plata o paladio. Vale decir, esta Bolsa se fundó hace más de 130 años, pero tiene antecedentes que se remontan incluso al siglo XVI. Paralelamente, también existe hoy la Bolsa Mercantil de Chicago o Chicago Mercantile Exchange – CME que es hoy la bolsa de derivados financieros más grande del mundo, y que fue fundada hace más de 170 años. En este mercado se transan hoy futuros sobre materias primas (petróleo, metales) así como productos agropecuarios como trigo, maíz, soya, ganado, leche, entre otros.
En este orden de ideas, lo realmente novedoso es que el agua se unió a otros commodities como objeto de contratos de futuro en la Bolsa Mercantil de Chicago. El otro elemento novedoso pero redundante es que a estos tipos de contratos se les asocia ahora un índice fluctuante de precios “Nasdaq Veles California Water Index” y que indica la cotización de los precios futuros de un acre-pie (equivalente a 1.233 metros cúbicos) en diferentes cuencas del estado de California en EE.UU.
Ahora, el hecho de que para cotización de los precios en este mercado de futuros se tome como referencia la zona geográfica de California ni es una casualidad ni tampoco debería sorprender a la opinión, ello por al menos dos razones a saber.
Primero porque la costa oeste de California es quizá la despensa agrícola (especialmente frutas) mas importante de EE.UU. Se trata de una región que en el año 2019 la industria agropecuaria facturó cerca de 50 billones de dólares, una cifra cercana al 15% del PIB de Colombia en el mismo año. La segunda razón tiene que ver con las condiciones hídricas y climáticas peculiares de la misma costa oeste de California. En concreto, desde hace más de un siglo tales condiciones han hecho que el agua sea particularmente escasa en la región, especialmente por el ciclo e impacto de las sequías, las cuales fueron especialmente fuertes en 2020 a causa de los intensos incendios forestales. Estas peculiares condiciones se han traducido históricamente en numerosas demandas que compiten entre sí por el uso agua, lo que a su vez ha producido dos importantes efectos económicos en la región, uno de tipo tecnológico y otro de tipo institucional: Respecto del impacto tecnológico, California ha atraído un sinnúmero de empresas y startups que se concentran en la investigación, innovación y la tecnología en la gestión del agua. Al tiempo, se trata de una región en la que se ha desarrollado una de las redes más sofisticadas de almacenamiento, distribución y reutilización del recurso para diferentes usos ambientales, agrícolas y para el consumo humano. En segundo lugar, respecto del impacto institucional, además de una abundante regulación de referencia sobre gestión del recurso hídrico, California es una de las regiones en los que desde hace varias décadas se han institucionalizado los “mercados de agua”. Pero en la experiencia internacional, esto tampoco tiene nada de nuevo.
A grandes rasgos, un “mercado de agua” es un mercado en donde se comercializan derechos de uso de agua en áreas geográficas relativamente grandes como cuencas o microcuencas. En el mundo existen mercados formales e informales de agua. Los primeros se rigen por leyes estatales y ahí se transan usos de una cantidad determinada de agua durante un período de tiempo relativamente largo, como la temporada de cultivos. Por su parte, los mercados informales suelen poseer un alcance muy local, por ejemplo, el uso del agua entre agricultores vecinos ello a partir de reglas informales desarrolladas por las propias comunidades, además el uso que se comercializa suele limitarse al uso del agua en tiempos muy cortos de tiempo como días, semanas o turnos de riego (Easter & Huang, 2014, pág. 2).
Dada la noción de los “mercados de agua” y tal como lo documentan Maass y Anderson (1978) los mercados informales de agua existen en algunas regiones de España y Omán desde hace varios siglos. Al tiempo, hoy día, además de California (y otros tres estados de EE.UU.), los mercados de agua formales se encuentran desarrollados en países como Chile, España, Omán, Australia, Canadá, India y China, entre otros. Solo para tener un referente, los mercados formales de agua en Chile tienen su origen en su Código de Aguas de 1981, es decir, estamos hablando de un mercado al que se asocia una regulación e institucionalidad que (junto con sus reformas) está cerca a cumplir los cuarenta años de experiencia e historia (Bauer, 1997).
Evidentemente, no es posible en este corto espacio hacer un balance completo de la experiencia de los “mercados de agua” alrededor del mundo. Sin embargo, de cara al debate sobre la gestión del agua en el siglo XXI, en los estudios recogidos por Easter & Huang (2014) se destacan al menos dos importantes beneficios: (i) que la apertura de estos mercados genera un importante beneficio social en tanto que como mecanismo de mercado incrementan la eficiencia en la asignación espacial y temporal del recurso entre usos necesariamente rivales (industrias, agricultura, consumo humano, etc), y por otro lado (ii) que los mercados de aguas reducen la extracción de rentas que las administración pública y la burocracia deriva de administrar directamente el recurso, burocracia esta que, resaltan los mismos autores, suelen ser opositores a que se creen estos mercados de agua.
En definitiva, es cierto que la comercialización de agua en Wall Street es una discusión a la que le cabe el adagio de ser “vino viejo en odres nuevos”. Sin embargo, y más allá de tratarse de una “vieja” discusión, ello no significa que esté entonces cerrada. Por el contrario, esta es más bien una “nueva” oportunidad para dar un debate sobre la pertinencia de plantear en Colombia una regulación e institucionalidad que le dé apertura a los “mercados de agua” ello como una mejor forma de gestión del recurso hídrico.
Autor:
Daniel Alejandro Monroy Cely
Docente investigador
Departamento de Derecho Económico
Referencias:
Bauer, C. (1997). Bringing Water Markets Down to Earth: The Political Economy of Water Rights in Chile, 1976-95. World Development, 25(5), 639-656.
Easter, W., & Huang, Q. (2014). Water Markets for the 21st Century. En VV.AA., Water Markets: How Do We Expand Their Use? (págs. 1-9). Springer.
Maass, A., & Anderson, R. (1978). … and the Desert Shall Rejoice: Conflict, Growth, and Justice in Arid Environments. Cambridge: The MIT Press.